Abrí el refrigerador ingenuo de lo que contenía. Observaba cuidadosamente que iba a comer, ya que mi mamá no dejó dinero para pedir algo de comer ni algo ya hecho. Seguí recorriendo el refrigerador con mi hambrienta mirada. Vi el queso y no se me antojaba hacerme unas quecas, ni un sandwich... ¡¿Qué es eso?! De la zona más recóndita del refrigerador sale algo aterrador... Parecen tentaculos con manos, es... es... ¡ES HORRIBLE! ¡Son las sobras de la semana pasada!
Siempre que tengo que recalentar algo que ha estado en el refrigerador quién sabe cuanto tiempo, a veces llego a pensar que en el momento en que abra esa olla, el contenido me va a saltar y atacar. Hay veces que están tanto tiempo ahí que uno se olvida de las sobras y sigue con su vida cotidiana, pero algún día cobrarán vida, y será muy tarde... Así como en Garfield.
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