Detrás de toda oficina de mensajería hay una Central de Repartidores Secretos. Son aquellos a los que le llega información importante y secreta que sólo unos cuantos tienen acceso a ella. Si el presidente necesita nuevos calzones, ¿a quién creen que llaman? ¿A su esposa? Pues no... A la Central de Repartidores Secretos. Llevan desde calzones presidenciales hasta posibles sobres explosivos. Son repartidores de Elite que se enfrentan diariamente a los peligros de portar información ultrasecreta, pero eso sí... Sólo tienen un área limitada de servicio.
Muchos de estos repartidores están entrenados en las artes marciales más letales del mundo, que pueden involucrar combate con gorra, trapeador e incluso el mismísimo paquete que se tiene a la mano. Sin mencionar la gama de objetos y artefactos que cargan. ¿Creían que el zapatófono ya no existía? Piensen dos veces, porque los repartidores lo utilizan. ¿Por qué? Muy sencillo, en caso de asalto a mano armada y por alguna extraña razón no se pueden usar las Artes Marciales (osease que lo agarraron con la bragueta abierta en pleno acto de evacuación) es necesario poder seguir manteniendo contacto con la CRS, y un repartidor no se puede dar el lujo de perder su celular. Así que el lugar más discreto de traerlo es el zapato. Se hicieron experimentos de la creación de braguetófono, pero se detectaron varias luxaciones de cuello y un par de casos de costillas rotas, por lo que se dejó a un lado.
No sólo cuentan con lujosos artefactos de telecomunicaciones y son los seres más letales del mundo conocido, si no que también tienen un transporte adecuado y lujoso. Una bicicleta con asientos de cuero, blindada (que no sirve de mucho, pero la bicicleta vale más que el rpartidor) con metralletas en los pedales y con su propio casco protector, sin mencionar que es de 24 velocidades en caso de persecuciones de mediana velocidad (¿Cuando han visto una bicicleta a 80 km/h? Seamos realistas).
No olvidemos las aventuras románticas que se enfrentan nuestros muchachos, donde cuando son vistos en acción, causa cierto efecto afrodisiaco en las mujeres que hicieron el pedido, causando así varias aventuras en los departamentos dentro del área de entrega.
Oh sí... Ser repartidor puede ser un asunto de vida o muerte...
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